La obra representa la fiesta de la Epifanía, según se aprecia en la corona del personaje principal, cuyas pinturas muestran una Adoración de los Reyes. Según una tradición del folclore flamenco, durante esta fiesta la suerte determina al rey de la celebración, ya que es elegido el que encuentra un haba en el pastel.
Otros autores flamencos, como Jordaens, representaron esta celebración de la misma manera, reflejando el instante más festivo: justo el momento en que, una vez designado el afortunado, el resto de comensales grita al unísono “el rey bebe”, frase que da título a la obra.
Teniers, fiel a su tendencia a mostrar la vida cotidiana de su Flandes natal, avanza en esta obra respecto a sus anteriores escenas de interior. Descarta los tonos generales oscuros, que partían de la obra de Adriaen Brouwer, prefiriendo escenas más coloristas y luminosas. Sin embargo, mantiene la representación burlesca y crítica de los tipos populares, los objetos de bodegón en primer plano y elementos de la pintura tradicional, como los personajes asomados a la ventana.
Se cita en 1794 en el Palacio Real de Madrid.