Cabeza de una diosa cuidadosamente peinada. Los rizos, tensados hacia la parte posterior de la cabeza, están divididos por una raya sobre la frente y se enroscan sobre las sienes para acabar recogidos en un moño sobre la nuca. Por delante de las orejas cae un pequeño rizo ensortijado sobre la mejilla. A partir del siglo V a.C. se puede encontrar este peinado en obras de arte y aparece de forma similar en retratos femeninos incluso bien avanzado el siglo II d.C.
La cabeza está levemente girada hacia la izquierda y puede ser datada con precisión hacia mediados de la época de los emperadores antoninos, a juzgar por las profundas ranuras entre los rizos, las pupilas delicadamente incisas y la carnación lisa y firme.
Procede de la colección marqués del Carpio, pasó a la colección Casa de Alba y de ahí a la colección Felipe V (Palacio de La Granja de San Ildefonso).