Imagen de gran calidad, frescura e inmediatez de la cabeza de un venado que por su naturalismo ha sido calificada de “retrato” y que pudo haber sido pintada para decorar alguno de los Sitios Reales. Su tema, relacionado con la caza, ha llevado a pensar que pudiera haber formado parte de la colección de pinturas realizadas para el pabellón de caza conocido como Torre de la Parada.
Esta obra fue adquirida en 1920 por don Fernando de Aragón y Carrillo de Albornoz, marqués de Casa Torres, quien la donó al Museo del Prado.