Rectangular con decoración geométrica y de arcadas en colores verde, blanco y manganeso. Enmarcado ente bandas verdes.
Se trata de un alizar realizado con la técnica de cuerda seca, cuya introducción en la ciudad de Toledo se produjo en la segunda mitad del siglo XV, prolongándose en buena parte de la centuria siguiente. A juzgar por las piezas conservadas con esta técnica, se realizaron preferentemente remates arquitectónicos para fachadas o escaleras, alizares o mamperlanes, azulejos y olambrillas. De hecho todavía se conservan numerosísimos (...) alizares de cuerda seca in situ (MARTÍNEZ CAVIRÓ, 1991, pag 313), como ejemplo pueda ser, para el caso que nos ocupa, el Monasterio de San Clemente de Toledo y el de Santo Domingo el Antiguo de la misma ciudad.
Los alizares son azulejos destinados a cubrir los bordes de los escalones, los alféizares de las ventanas y los ángulos de los muros o de los frontales de altar. Normalmente acompañan a zócalos o frontales recubiertos de azulejos de arista. Los más tempranos llevan decoración de lazo, lirios contrapeados, arquerias y estilizaciones vegetales, con vedríos verdes, blancos, negros y melados, dentro de la tradición hispanomusulmana (MARTÍNEZ CAVIRÓ, 1991, p. 313).
Aguado Villalba, en el Discurso de ingreso a la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, recoge diversas tipologías de alizares, siendo una de ellas ésta, realizada con la técnica de cuerda seca de estilo mudéjar y fabricados desde principios del siglo XV hasta el último tercio del XVI (AGUADO VILLALBA, 1979, pag. 55).