Representación del primer martirio de San Sebastián, santo militar romano condenado, por defender la Fe, a morir traspasado por las flechas lanzadas por dos arqueros. Santa Irene le liberó todavía con vida y curó sus heridas. Fue un santo muy popular, pues se le atribuía poder contra la peste.
Ribera muestra el momento en el que el santo se encomienda a Dios, acentuando así el dramatismo de la escena y exaltando el mensaje contrarreformista de la devoción a los santos mártires como ejemplo de vida cristiana.
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