La Virgen, sentada con el Niño es representada en un primer término, detrás, aparece San José, en pie con la vara floreada que le caracteriza como el compañero de María.
La obra es ejemplo de la pintura de gabinete o cuadros de pequeño tamaño que Bayeu llevó a cabo en su carrera artística, paralelamente a su trabajo realizando bocetos para frescos. Se aprecia la aceptación de las directrices de mesura y naturalidad impuestas por el Neoclasicismo, contrario a la exhuberancia decorativa del Barroco anterior. Las finas pinceladas, así como la brillante y efectista luz que emplea en la obra, son características habituales de su pintura religiosa.
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