Esta cabeza, debido a sus toscos rasgos, fue considerada como retrato de un esclavo o de un campesino. Mas tarde fue identificada con Tito Quinctio Flaminino, quien sometió a Grecia en el 197 a.C. o con Marco Junio Bruto (85-42 a.C.) el asesino de Julio Cesar, o con Aníbal. Teniendo en cuenta los rasgos estilísticos de la cabeza, propios del s. I a.C., y las numerosas coincidencias entre el Bruto de las acuñaciones de Casca Longo, de 43/42 a.C. y la cabeza madrileña, esta identificación parece la mas acertada. La veneración de Bruto como símbolo de la perdida libertad republicana fue ganando terreno en el curso de la época imperial romana, tal como también lo demuestra su amplia biografía redactada por Plutarco y esta replica de su retrato, esculpido en la segunda mitad del siglo I d.C. Bruto, cuyo retrato original fue hecho en la misma época que las monedas acuñadas durante su campaña militar en Asia menor (entre 44 y 42 a.C.), esta representado con cierta ambigüedad, es decir, con el peinado y la barba de un soberano helenístico, y al mismo tiempo como un orador con la boca abierta y con la fisonomía de un romano culto y escéptico, que ya se había hecho un nombre con sus obras filosóficas y sus discursos.
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