La aspiración a trascender unida al interés económico derivado de la venta de estampas, fueron las razones que impulsaron a Herrera a solicitar en agosto de 1583 al Consejo de Castilla un privilegio exclusivo para reproducir y distribuir las trazas del Escorial en todos los dominios de la Corona. Su principal argumento fue evitar la competencia de quienes pudieran hacerse "señores de su obra y llevar el premio de su trabajo" (una prevención razonable teniendo en cuenta la circulación de tres pinturas atribuidas a Fabrizio Castello de la vista general del monasterio desde poniente, dos de las cuales habían sido realizadas entre 1582 y 1583, antes de la solicitud de Herrera). Inicialmente la propuesta de Herrera contemplaba el grabado de veintitrés láminas, a partir de diseños proporcionados por él en colaboración con su ayudante Francisco de Mora. El elevado coste, la lentitud para abrir a buril matrices de gran formato con el esmero y la calidad exigidos, así como la carencia de grabadores españoles con los conocimientos técnicos suficientes para asumir una empresa de esta naturaleza, obligaron a reducir a doce el número de imágenes proyectadas.
Debido a la inexistencia de grabadores calcográficos en España, Herrera buscó entre los excelentes burilistas flamencos. Antes incluso de que fuera resuelta en los consejos de Estado su solicitud, requirió en 1583 los servicios de Pedro Perret. Natural de Amberes, Perret se había educado con el pintor Marten de Vos y el grabador Gerard de Jode. Por su doble formación, Perret aglutinaba la tradición de la estampa flamenca con la corriente estilística del manierismo romano, e iba a desempeñar un papel de considerable importancia en la renovación del grabado español. Este diseño se convertiría desde el instante mismo de su publicación en la imagen identitaria del Escorial. Testimonio de la pericia de Perret, esta vista en perspectiva axonométrica ha sido objeto de numerosas copias e interpretaciones. La sistemática reiteración de dicho arquetipo visual condicionó desde el siglo XVI la percepción del monasterio como una unidad integrada. Herrera había propuesto en principio la inclusión de vistas generales en perspectiva caballera de las cuatro fachadas. Finalmente sólo se grabó la panorámica desde la fachada occidental, en la que está ubicado el ingreso principal al templo.