Un músico, identificado tradicionalmente como un pastor por sus ropajes, hace sonar su dulzaina, recostado en un montículo del paisaje.
Pareja del Cazador al lado de una fuente (P2896). Ambos son cartones para los tapices del comedor del Príncipe en el Palacio de El Pardo, diseñados como sobreventanas para flanquear el que representaba la Primavera (P793).
La forzada perspectiva de abajo hacia arriba debía producir el efecto de que el muchacho tocaba la dulzaina hacia los espectadores, en una especie de trompe l'oeil o trampantojo muy del gusto de la pintura veneciana y boloñesa del siglo XVIII, que Goya, conocía bien desde su estancia en Italia.