Unos niños de buena familia, a tenor de sus ropas, juegan en el campo inflando una vejiga, mientras sus criadas o amas los vigilan conversando en segundo plano.
Es una de las primeras representaciones de Goya del mundo de los niños, en la que aparece ya perfectamente captado el candor y la vivacidad de los juegos infantiles
El tapiz resultante estaba destinado a colgar en el comedor de los príncipes de Asturias (el futuro Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma) en el Palacio de El Pardo conservándose actualmente allí.