Mariana, segunda mujer de Carlos II, aparece representada en la misma actitud que Isabel de Borbón en su retrato ecuestre pintado por Velázquez (Museo del Prado). La principal diferencia radica en los elementos alegóricos que probablemente aludan a la fertilidad de la soberana y que permanecen ausentes en el cuadro de Velázquez. Cierra la composición en el extremo inferior derecho un anciano barbado y desnudo, vaga alusión a una divinidad fluvial difícil de identificar. Tampoco se adivina la razón que llevó a Giordano a representar en el fondo de la composición la bahía de Nápoles.