Goya no llegó a pintar el cartón de esta escena, una de sus obras maestras y la más popular de la serie ideada para el dormitorio de las Infantas en el Palacio de El Pardo de Madrid, al suspenderse el proyecto tras la muerte de Carlos III. El pintor logra plasmar en ellas la sensación de vida y de bullicio de la multitud sentada en la pradera. El paisaje se abre hacia el río Manzanares y más allá se divisa una panorámica de Madrid, en la que se une a la belleza de la luz y del color la precisión topográfica con la mole del Palacio Real y la del Seminario, así como la gran cúpula de San Francisco el Grande y otras torres perfectamente reconocibles.
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