Cristo muerto, representado sobre su propia mortaja, es sostenido por su Madre, quien mira implorante al cielo. María Magdalena besa la mano de Jesús, mientras San Juan, en un plano más retrasado, contempla la escena. En primer término, delante del Sepulcro, la Corona, los Clavos y el letrero en hebreo, griego y latín, recuerdan la Crucifixión.
La postura de Jesús en las rodillas de María y el dramatismo de la obra se vinculan a la tradición medieval germánica. Inspirada directamente en un grabado de Goltzius, tiene también grandes influencias de Rubens, aunque la fuerte intensidad dramática y el patetismo de los personajes son propios de las obras religiosas de la época madura de Van Dyck.
Ingresó en el Museo desde el Monasterio de El Escorial, donde está documentada desde 1657.
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