Espadas, celadas o bastones, pañuelos, misales o guantes, eran complementos tradicionales en manos de retratados y retratadas, respectivamente, a lo largo de todo el siglo XVI. A esta galería de objetos se incorporó, procedente de Portugal, el abanico en representaciones femeninas como la de esta dama. Este elemento, cargado de significación simbólica al incluirse en un retrato, pasó muy pronto a convertirse en un instrumento galante propio de un elevado rango social.