Este lienzo forma parte de un conjunto de seis pinturas unidas por el mismo esquema cromático, una acentuación general del dibujo en superficie y un ritmo de formas curvas que enlaza un cuadro con otro. Las escenas debían de ser vistas en conjunto, a cierta altura y dispuestas en lienzos concebidos como planos inclinados y convergentes hacia un cuadro central.
Es evidente que el conjunto estaba destinado a un ambiente profano. Los temas bíblicos han perdido su carga dramática, apenas son un pretexto para mostrar trajes exóticos, ceremonial cortesano y carnes desnudas. Destacan José y la mujer de Putifar y Judith y Holofernes como lo mejor del ciclo, sobre todo los desnudos de bello modelado de la mujer de Putifar y Holofernes.
No hay nada parecido a estos cuadros en la producción restante de Tintoretto y, por lo tanto, es difícil datarlos con certeza. La repetición regular de pequeñas pinceladas caligráficas, en las borlas de los vestidos y tocados, las hojas de la vegetación, formas ensortijadas de los rizos y tocados femeninos, crean un ritmo decorativo global que no se repetirá en ninguna de sus obras.