El retratado, ataviado con su uniforme de funcionario de Palacio, sostiene en su mano izquierda un legajo de "reales órdenes". La obra sigue la tipología de los retratos de profesionales que López cultiva abundantemente durante sus años al servicio de Fernando VII y en los que se subraya la actividad del modelo a través de los instrumentos de su oficio.
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