Acuarela basada en uno de los grabados más conocidos de Fortuny, titulado Idilio y fechado en Roma en 1865, que representa a un niño tocando una flauta de doble caña y sentado sobre un trozo de entablamento jónico. La escena, que recuerda a un motivo pastoral, fue muy frecuente en la enseñanza de la pintura del siglo XIX y está relacionada con la valoración de la Antigüedad Clásica, que desarrollaron las artes literarias y pictóricas de los países europeos. Este cuadro ingresó en el Museo del Prado como parte del legado de Ramón de Errazu.
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