María sostiene al Niño con un brazo, cogiendo con el otro uno de sus pies. Tras ellos dos ángeles contemplan la escena. Uno de ellos mira al espectador solicitando silencio y reflexión ante la imagen. La escena está enmarcada por una abundante guirnalda de flores.
La obra es fruto de la colaboración de Jan Brueghel, quien realizó una de sus más exuberantes obras de flores, y Giulio Cesare Procaccini. Fue realizada probablemente por encargo de uno de los más importantes mecenas de los dos artistas: el cardenal Federico Borromeo, cardenal-arzobispo de Milán cuando ambos coincidieron en su servicio. En ella se aprecia la capacidad de fusión de motivos y temas flamencos e italianos.
Las guirnaldas enmarcando representaciones de María tuvieron gran fuerza en el mundo nórdico como respuesta a las ideas protestantes que negaban el culto a las imágenes.