El retratista más internacional de la Europa de mediados del siglo fue Antón Rafael Mengs, quien llegó a España de la mano de Carlos III, aportando vivacidad y elegancia a la producción nacional. En retratos como el de este príncipe humanista y mecenas de las artes â??tradujo a Salustio del latín-, aúna su técnica irreprochable con cierto grado de análisis de la personalidad. El dibujo preciso está puesto al servicio de un claro deseo de perfección que preludia el triunfo de las tendencias neoclásicas.