Un sacerdote camina sujetando un copón contra su pecho, acompañado de su acólito, entre las gentes del pueblo que se postran a su paso.
La composición de la escena se articula a partir de la luz central, que emana de la antorcha sujetada por un personaje a la derecha, recordando ciertas composiciones de Francisco de Goya y dejando una impresión de misterio y recogimiento puramente romántica.
Esta obra fue donada al desaparecido Museo de Arte Moderno por Luis Ardanaz y Mariátegui en 1931.
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