Cuatro jóvenes ríen y se divierten manteando un muñeco o pelele, cuyo movimiento es fruto de su capricho.
De origen carnavalesco, visible en el uso de la máscara y de la burla, el juego del manteo de un muñeco es utilizado por parte de Goya como una clara alegoría del dominio de la mujer sobre el hombre. El tema aparece reiteradamente en la obra del artista, pudiéndose contemplar ejemplos en las series de grabados de los Caprichos y en los Disparates.
Este cuadro es uno de los cartones para los tapices del despacho de Carlos IV en El Escorial. Se aprecian claramente las características comunes de sus últimos cartones, como son la utilización de un colorido más suave y el uso de los contrastes de luz para marcar la profundidad, aquí evidente en la silueta del muñeco recortada sobre el fondo.
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