Obra de su última etapa, en la que cultiva un estilo que ha sido calificado como "vaporoso", en el que las figuras pierden nitidez de contornos gracias a la utilización de una luz y un color que unifican todo. Esta suavidad en el tratamiento de la materia pictórica no resta contundencia expresiva a las formas, y no impide que Murillo transmita una gran carga expresiva a una de las pocas escenas de contenido dramático que realizó. Tanto el tono general de la composición como muchos de sus detalles revelan el conocimiento de los cuadros y estampas de Rubens, y especialmente del Martirio de San Andrés del Hospital de San Andrés de los Flamencos de Madrid.
Por su origen y sus semejanzas estilísticas y formales se considera compañero de La conversión de San Pablo (P00984).
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