Retrato de un caballero desconocido de la Orden de Malta, cuya cruz blanca lleva sobre la ropa, apoyado sobre un reloj de mesa.
El reloj representa el paso del tiempo y la fugacidad de la vida. Y, aunque Tiziano incluyó este símbolo en otras composiciones, pocas veces el objeto es tocado por el retratado.
La obra fue regalada por el príncipe Ludovisi a Felipe IV (1606-1665) en 1637, apareciendo en el inventario del Alcázar de 1666. Ingresó en las colecciones del Museo del Prado en 1827.