Como pintor que se formó en el ámbito del Romanticismo, Federico de Madrazo se interesó profundamente por el medievo europeo y español. Dentro de este último, atrajeron de modo especial su atención el inicio y el fin de la Reconquista y, por tanto, los asuntos de don Pelayo y la Conquista de Granada.El artista trabajó en el periodo comprendido entre 1838 y 1860 en varias composiciones relacionadas con el caudillo medieval. En el conjunto de dibujos relacionados con estas empresas que el Prado conserva este es uno de los de mayores dimensiones. Es, además, el de ejecución más briosa y pictórica, debido al uso del carboncillo, el guache y el clarión, utilizados estos para resaltar las luces, y a los expresivos trazos de la pluma en las figuras principales. En estas muestra numerosas correcciones y arrepentimientos como puede verse, en especial, en las patas y el perfil del caballo. Se trata, pues, más que de un estudio preciso, de un dibujo de efecto, cuyo propósito era formar la idea no solo de la composición sino también del carácter y movimiento de las figuras y del aspecto que los contrastes de luces y sombras podrían tener en la pintura que proyectaba.
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