Vista de un bosque de hayas, con la presencia de una iglesia y una barca sobre un lago, a la derecha de la obra.
Lo abigarrado de la composición recuerda las primeras producciones del artista, justo antes de su estancia en Amsterdam en los años centrales de su carrera. La perspectiva, que se abre hacia a la derecha, será habitual en sus primeros paisajes, como también el uso de diagonales, en este caso definidas a través de la cálida luz del atardecer que se anuncia tras el bosque, dotando a la composición de volumen y profundidad.
La obra fue probablemente adquirida por Carlos IV.
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