La pintura refleja un ambiente campestre: una cesta de trenzado basto con frutas, especialmente uvas, que caen ante ella, un melón abierto con la raja que falta desplazada para situarse ante la cesta, una liebre, varias aves también muertas encima de un sillar o colgando de él, un cuchillo ensangrentado y un pan; todo sobre una superficie de piedra de inconfundible tosquedad.Todo lleva a pensar que el pintor que ha llevado a cabo el lienzo se mueve en un estrecho ámbito en lo concerniente al mundo de los bodegones. Ello le permite conocer los aspectos de la naturaleza muerta en la corte de Madrid a mediados del siglo XVI y los influjos de la fase posterior determinada por los ejemplos de maestros como Van der Hamen o Loarte.Inicialmente se pensó que pudiese ser de mano de Antonio de Pereda debido a sus concomitancias con dos lienzos compañeros conservados en el Museo de Arte Antiga de Lisboa de tal autor, sin embargo, firmado y fechado en 1651, no se ha encontrado todavía una atribución convincente, aun cuando las conexiones con las creaciones del maestro indicado sean relativamente aproximadas.