Una de las últimas obras de Solá, muestra el grado de perfección que el escultor había conseguido en el trabajo del mármol, ya sea en la actitud mayestática del personaje o en la cuidada realización de los vestidos, como se puede apreciar en los pliegues mórbidos de los pantalones o en el tratamiento delicado de las diferentes texturas de la capa. El retratado se apoya sobre un plinto donde hay desplegado un manuscrito con la inscripción "BLASCO DE GARAY / BARCELONA / 1543" y el dibujo de un barco con una rueda de palas.
La escultura podría haber sido comisionada para un monumento a Blasco de Garay que se quiso levantar en la plaza del duque de Medinaceli de Barcelona, nunca realizado.
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