Además de retratos y mitologías de Tiziano, durante su estancia en Madrid en 1628-29 Rubens también copió el Adán y Eva del pintor veneciano que actualmente conserva el Museo del Prado. A diferencia de otros casos, introdujo cambios significativos respecto al original. Modificó la posición de Adán, dotándolo de una mayor musculatura, inspirada directamente en la escultura Torso Belvedere de los Museos Vaticanos. La inclusión del loro como símbolo del Bien, inexistente en la obra de Tiziano, potencia la idea de redención frente al zorro, alusivo al Mal y la Lujuria. Rubens llevó el cuadro consigo a su regreso a Amberes. Fue adquirido a los herederos del pintor por el rey Felipe IV.