Copia romana del S. II d.C. de un original ateniense de la primera mitad del S.IV a.C., y se sitúa por tanto de lleno en el clasicismo griego. Es fácil analizar, estudiando sus actitudes y musculaturas, el enorme paso dado por la plástica helénica desde sus obras mas primitivas hasta la adquisición de un estilo propio. Esta magnifica obra, donada por Marius de Zayas, llegó al Museo en su estado actual, despojada de restauraciones anteriores. Ello nos obliga a centrar la atención en la estructura y anatomía del torso, comparando su aspecto y movimiento con el kouros arcaico e intentar ver las semejanzas y diferencias con el Diadumeno de Policleto. A primera vista, poco justifica la distancia de casi un siglo con respecto a esta ultima obra. Obviamente, debe suponerse que el torso pertenece a la misma escuela de escultores siconios de la escultura completa, o a la tendencia monumental que representaba Eufranor en la Atenas de Praxiteles. Sin embargo, por encima de esta unidad manifiesta del clasicismo, puede advertirse el mayor interés por elementos táctiles y epidérmicos que hacen vibrar este cuerpo ideal de atleta.