Santa Brígida (1302-1373) dejó su Suecia natal para pasar a vivir en Roma en 1349. Allí llevó una vida de santidad realizando numerosos viajes pastorales. Durante una peregrinación a Palestina (1371), el barco que la conducía sufrió un naufragio en Jaffa, evitando la muerte por intervención de la Virgen. La pincelada libre y colorista se acomoda al estilo del final de su etapa española. Se desconoce su destino final, aunque podría ser un estudio preparatorio para un espacio rematado por una bóveda de medio punto, tal y como revela el semicírculo pintado en la parte superior de la composición.
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