De cuerpo entero, el santo sostiene en la mano derecha una parrilla, alusiva a su martirio. La dalmática que viste le presenta como diácono de la Iglesia, una de cuyas misiones era ser portador de los Evangelios, que él mantiene en la mano izquierda. Dispuesto junto a un árbol y enmarcado por una arquitectura pintada, a modo de arco, aparece delante de un fondo de paisaje.
La obra es pareja del San Esteban (P1301), siendo ambos las puertas laterales de un retablo cuya tabla central representaba La Anunciación (P2828). Los dos santos muestran la serenidad propia de los rostros de Correa de Vivar, compartiendo cierto gusto por la elegancia y suavizando la fuerte gestualidad propia de sus obras más manieristas. La viveza del color y el paulatino aclaramiento de sus colores, influenciado por el valenciano Juan de Juanes, puede también apreciarse en esta pintura.
En el reverso figura la escena de la Imposición de la Casulla a San Ildefonso, que podía contemplarse cuando se cerraba el retablo de estación al que pertenecía la tabla. Éste fue hecho para el Monasterio Jerónimo de Guisando, en Ávila, de donde pasó al Museo de la Trinidad en 1836.
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