Sin tapa. Frente con tres hileras horizontales, la central de mayor anchura, con una portada flanqueada por diez cajones con pequeños tiradores de hierro.El cuerpo central se trata a modo de portada, resaltando los elementos arquitectónicos y transportando al interior de esta zona tres cajoncillos pequeños, lo que permite una ocultación más segura de los objetos y favorece la inclusión de los secretos.
Los cajones llevan sobre la madera de palosanto decoración de hueso embutida conformando figuras femeninas de danzantes que se apoyan sobre un pie y cuyos detalles anatómicos aparecen incisos, rodeadas de arabescos y roleos y cabezas de leones en los cajones inferiores. Las figuras aparecen enfrentadas y dispuestas en torno a una gran máscara, con los detalles sobre la madera también incisos.La madera presenta restos de dorado, que se han perdido en su mayoría.
La portada central con el fondo a bandas horizontales, debido a la alternancia de placas de hueso y palosanto, presenta una plaqueta de bronce fundido y dorado con la imagen de San Jerónimo arrodillado hacia la derecha, con un crucifijo en su izquierda, león y capelo y una piedra en su mano izquierda, castigo corporal propio de la vida eremítica.
Más cercano al concepto de contador o papelera que al escritorio propiamente dicho. Al concederse más importancia a la zona central se implica una diferente disposición de los cajones, como se fue haciendo en Italia y en Alemania.
Las placas de hueso decoradas con motivos animalísticos son frecuentes en los escritorios de ébano y marfil fabricados en Alemania y los Países Bajos. En ellas suelen aparecer escenas de caza o de montería, influidas por las series de grabados nórdicos, como por ejemplo los de Virgil Solis (1514-1562), en una papelera del Museo Nacional de Escultura de Valladolid o una arquilla (Inv 2.220) del Museo de Artes Decorativas de Madrid. El que los embutidos de hueso vayan grabados y entintados responde a una influencia italiana, posiblemente napolitana, y sirven para reafirmar los rasgos de la decoración.
Este tipo de decoración que combina madera y marfil o hueso recuerda a la técnica maschio e femmina, una de las derivaciones de la marquetería de parte y contraparte (première-partie), típica del norte de Italia y del siglo XVII, que da como resultado una decoración abigarrada en la que el hueso destaca sobre la madera y que Boulle hizo suya en Francia con los embutidos de concha y metal. En España estos escritorios fueron muy aceptados y en la pintura de bodegones aparecen ejemplos similares, en cuanto a la decoración, en el frente de un escritorio representado en un bodegón de Antonio de Pereda, de 1652 y conservado en el Museo del Ermitage, en San Petersburgo.
Esta iconografía de San Jerónimo penitente fue muy difundida a partir del modelo creado por Pietro Torrigiano hacia 1525 y que continúan Martínez Montañés y Francisco Salzillo, creando un prototipo que alcanzará gran difusión. Se fecha a finales del siglo XVI y principios del XVII, al igual que la plaqueta (Nº Inv 5166) conservada en la Fundación Lázaro Galdiano. La bicromía es una herencia del primer tercio del siglo XVII, afín a las concepciones manieristas además del hecho de que los elementos arquitectónicos pierden su función estructural y se convierten en elementos meramente decorativos. Este tipo de escritorios, en el que aparecen cuadros de devoción o placas pintadas y decorados los cajones en contraparte gozó de una enorme popularidad, que se prolonga durante todo el siglo XIX, convertidos en prototipos del sentir religioso popular.
Ejemplos similares se encuentran en un escritorio conservado en el Museo de Artes Decorativas (Nº Inv 2230) o en una colección particular madrileña que recoge Aguiló, que supone que debió de ser característico de un ebanista o taller, siempre con una imagen de devoción en la placa central. Representa la asimilación de modelos flamencos e italianos adaptados al gusto religioso y popular español de finales del siglo XVII.
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