Vista campestre, con un monte y arbolado a la derecha y una perspectiva a la izquierda aprovechando el curso de un río. En primer plano tres niños juegan cerca del agua. La barretina de uno de ellos identifica a los pequeños campesinos del campo catalán.
El aspecto oscuro del color en primer plano, en contraste con el luminoso cielo son aspectos singulares de la pintura, abordada por Martí con una pincelada pastosa muy característica en toda su producción.
Fue presentada a la Exposición Nacional de Madrid de 1860, por la que ganó una segunda medalla. Fue adquirida entonces por el infante Sebastián Gabriel de Borbón, gran aficionado a la pintura.
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