La fama que Goya logró en su tiempo se debe en gran medida a la difusión que sus retratos alcanzaron a través de las estampas que los reproducían, la mayor parte de ellas incluidas en libros, aunque también en ocasiones realizadas independientemente y vendidas o regaladas como estampas sueltas. En la mayor parte de los casos, las estampas tuvieron su origen en retratos pintados al óleo, pero en otras ocasiones el punto de partida fueron dibujos elaborados por el propio artista. Tal es el caso del retrato de Miguel de Múzquiz, primer conde de Gausa, grabado por Fernando Selma a partir de un dibujo de Goya. Además de por esta estampa que lo reproduce, el dibujo solo era conocido hasta la fecha por referencias bibliográficas.
Miguel de Múzquiz, conde de Gausa, era indudablemente uno de los personajes más importantes del gobierno de la monarquía de Carlos III. Nacido en 1719 en un pueblo del valle del Baztán (Elvetea), desarrolló su carrera profesional en el Ministerio de Hacienda, donde llegó a alcanzar el puesto de ministro en 1766. Desde entonces se mantuvo al cargo de Hacienda hasta su muerte en 1785, momento en el que también desempeñaba de forma interina la secretaría del Despacho de Guerra. Su importancia en el desarrollo económico de España durante el reinado de Carlos III ha sido sobradamente subrayada por los historiadores, que lo sitúan como un moderado que trató, no siempre con éxito, de efectuar reformas que mejorasen la delicada economía del país. Fue uno de los promotores, junto a Cabarrús del Banco Nacional de San Carlos. Y fue precisamente el propio Cabarrús, el autor y, como se deduce de la documentación conservada en el archivo de la Real Sociedad de Amigos del País de Madrid, también el editor, del ´´Elogio fúnebre´´ al que sirve de ilustración la estampa de Fernando Selma por dibujo de Goya.
Múzquiz no era muy agraciado, y así nos lo parece en este dibujo, tomado probablemente del natural, poco antes de la muerte del conde el 21 de enero de 1785, cuando su rostro mostraba ya los golpes morales y los problemas de salud que le abatirían en los últimos años. Que Múzquiz fue importante para Goya lo demuestra la noticia que da a Martín Zapater al día siguiente de su fallecimiento: "Ayer murió Múzquiz y hoy se a enterrado aquí en Santo Tomas.
En el dibujo, es posible apreciar el paso de la edad en esos ojos de mirada algo cansada, acentuada por las prominentes ojeras; la franqueza de su carácter, de mirada directa y la bondad de su gesto amable. Pero junto a la humanidad Goya muestra también su elevada condición social, los reconocimientos de su jerarquía, la banda y la cruz de la Orden de Carlos III y la medalla de caballero de Santiago, representadas con una fidelidad y naturalidad admirables, pese a su tamaño, en las que quedan patentes los brillos y flexibilidad del muaré de la banda, adaptándose a los pliegues de su indumentaria. Y finalmente su suave mano que sujeta con delicadeza el característico papel, doblado con naturalidad, que alude a su infatigable trabajo en los asuntos del Estado.
En relación con esta obra se conserva en el Banco de España un retrato de cuerpo entero del conde, atribuido a Goya, que pensamos que muy posiblemente fue realizado con posterioridad al dibujo. En primer lugar, el hecho de que en la estampa de Selma se indique que Goya "lo dibujo" y no "lo pintó" es prueba de que el dibujo precedió a la pintura, ya que de haber existido un lienzo este se habría hecho constar, dada la mayor valoración de la pintura. En esta época las menciones de autoría expresan con absoluto rigor la responsabilidad de cada artista participante en la elaboración de una estampa. Por ello, el hecho de que Goya firmase como autor del dibujo y no de la pintura apunta con certeza a que cuando Selma grabó este retrato, Goya no debería haber realizado aún la pintura o, al menos, no estaba acabada. El análisis de otras estampas a partir de composiciones de Goya corrobora esta hipótesis. Gassier y Wilson recogen en su catálogo una serie de obras desaparecidas que en la actualidad solo conocemos por estampas, en las que se menciona a Goya como autor de las pinturas o de los dibujos en que se basaron los grabadores. A la vista de ello, queda claro que las menciones de responsabilidad de las estampas recogen con precisión la participación de cada artista en el proceso creativo. En este sentido, cuando existe un retrato pintado de Goya se menciona siempre de forma expresa, aludiendo así a su actividad como pintor, de mayor consideración artística y social que la del dibujante, y en los casos en los que no existe pintura, se indica la invención de la composición o la autoría del dibujo. Un ejemplo semejante al de Múzquiz lo encontramos en el retrato de María Josefa Pimentel, condesa-duquesa de Benavente, también dibujado por Goya y grabado por Fernando Selma, del que no se conoce modelo pictórico. Todo ello nos permite afirmar que el dibujo con el retrato del conde de Gausa fue realizado antes de la existencia de un retrato al óleo, o al menos de su finalización, ya que de haber existido éste, indudablemente habría aparecido la mención a Goya como pintor y no como dibujante.
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