De más de medio cuerpo, ligeramente escorada, lee un libro en el interior de una estancia. El tarro de ungüentos, en el que se lee la inscripción “Magdele”, identifica la santa y evita confusiones con representaciones de la Virgen anunciada.
Isenbrant sigue modelos creados en el siglo anterior, desde van der Weyden hasta Gerard David. El ligero esfumado con que modela el rostro y la gracia del gesto delatan su deuda con este último pintor.
La obra es réplica de un prototipo muy repetido por el artista con el que obtuvo cierto éxito.
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