La Virgen, sentada en el suelo, tiene sobre las rodillas a su hijo desnudo que le acaricia el rostro a la vez que juega con su propio paño.
La habitual escala monumental de las figuras de Hemessen se ve aquí suavizada, pero la obra mantiene sus características pinceladas blandas y detalladas, las transiciones de claroscuro y la abundancia de marrones y rojos.
La obra evidencia la unión de lo flamenco y lo italiano propia de la obra del artista. Al paisaje flamenco se une la utilización del esfumado leonardesco, mientras que la suavidad y belleza de las figuras y el tema de la Virgen con el Niño recuerdan a Rafael, demostrando como el pintor conocía las fórmulas del Renacimiento pleno.
Citado en 1746 en la colección de la reina Isabel de Farnesio en el Palacio de la Granja.