Sobre un fondo de arquitectura y cortinajes, la Sagrada Familia con Santa Isabel y San Juan niño reciben, rodeados de ángeles, a San Luis, rey de Francia.
La obra está dispuesta a manera de gran escena teatral en la que a través de San Juanito, junto al cordero, se invita a participar al espectador. Su composición dinámica y compleja y su color brillante y expansivo evocan modelos del Barroco flamenco. El tema supone una respuesta barroca y espectacular a las “sacras conversaciones” renacentistas.
Firmado junto al pie derecho de San Juan, se cree que es pintada para Luis Faures, miembro de la guardia de Corps de Mariana de Austria.