El grupo presenta una enjuta anciana, coronada por hiedra como símbolo de la tradición, en un momento de tensión en que está relatando una historia emocionante, con la que tiene embelesados a dos niños, mientras se acompaña de un cuervo que le susurra al oído, y se rodea de libros que simbolizan la tradición materializada. Obra de excepcional realismo y gran minuciosidad, refleja una esmerada formación técnica en el estudio anatómico de los niños y de la anciana. Se trata de una manifestación de la fuerte personalidad del artista, muy expresiva, que también caracterizaría el resto de sus obras, llegando a lo anecdótico, al efectismo, e intentando redescubrir la energía palpitante del bronce, la vibración interior y los efectos pictóricos.