Tras ser violada por Tarquinio, hijo del rey de Roma, Lucrecia se da muerte ante su padre y su esposo, quienes sostienen su cuerpo, mientras su primo Bruto con el puñal ensangrentado en la mano, clama venganza.
Rosales volvió en esta ocasión a la historia clásica para abordar una pintura, aludiendo a los acontecimientos que, tras la venganza de Bruto, supusieron el paso de la Monarquía a la República en la antigua Roma.
Presentada a la Exposición Nacional de 1871 logró una primera medalla gracias a la modernidad con que fue abordada. La técnica de ancha factura y golpes de pincel muy empastado, no está reñida con un dibujo firme y fuerte. Por otro lado la emocionante utilización de la luz en claroscuro, resaltando las figuras pero dejando en penumbra la estancia, contribuyen a crear el efecto dramático deseado y convirtiendo esta pintura en una de las más notables del artista.