A poco de llegar a España en 1753, Giaquinto comenzó a pintar una serie de ocho lienzos con asuntos de la Pasión para el oratorio del Rey en el Palacio del Buen Retiro de Madrid. Con el estilo abocetado propio del autor, es una obra muy intensa y expresiva, especialmente la figura de Cristo, casi derribada y con gesto de dolor resignado.
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