Retrato de la familia del rey Carlos IV (1748-1819) realizado entre Aranjuez y Madrid en la primavera y verano de 1800, poco tiempo después de ser nombrado Goya primer pintor de cámara, en el que resalta la maestría del pintor para individualizar caracteres.
Los precedentes de esta compleja composición son el Retrato de Felipe V con su familia de Louis-Michel van Loo (P2283) y Las Meninas de Velázquez (P1174), ambas obras en las colecciones del Museo del Prado.
Los personajes retratados están presididos por los reyes en el centro, María Luisa de Parma (1751-1818) y Carlos IV, junto a sus hijos el infante don Francisco de Paula (1794-1865) y la infanta doña María Isabel (1789-1848). En el grupo de la izquierda, el príncipe de Asturias y futuro Fernando VII (1784-1833), vestido de azul, el infante don Carlos María de Isidro (1788-1855), segundo en la sucesión al trono, la infanta doña María Josefa (1744-1801), hermana del Rey, y una joven no identificada. En el grupo de la derecha, el infante don Antonio Pascual (1755-1817), hermano del Monarca, doña Carlota Joaquina de perfil (1775-1830), reina de Portugal e hija mayor de los Reyes, y los príncipes de Parma, la infanta doña María Luisa (1782-1824), que sostiene en brazos a su hijo el infante don Carlos Luis, y su marido don Luis de Borbón (1799-1883), futuro rey de Etruria.
Destaca el cuidado en el diseño de los trajes, a la última moda, de las joyas, posiblemente creaciones del joyero de la corte Chopinot y de las condecoraciones, como la banda de la Orden de Carlos III, de la recién creada Orden de María Luisa, el Toisón de Oro y las cruces de la Inmaculada y de San Jenaro.
La armoniosa, clara y a un tiempo compleja composición, revela la maestría del artista. La sutil definición de los caracteres atestigua la capacidad del pintor para analizar al ser humano.
Esta obra figura en 1814 en el Palacio Real de Madrid y en 1824 en las colecciones del Museo del Prado.