Imagen de devoción de la Virgen María, vestida de azul y blanco y tocada con la aureola de santidad, que mira directamente al espectador transmitiéndole su dolor por la muerte de Cristo.
El busto se completa con un marco interior dorado que contrasta con la mayor volumetría y expresionismo del rostro de Cristo, ejemplos del desarrollo del arte del pintor hacia formas más modernas.
Atribuida a Paolo de San Leocadio, esta pieza parece confirmar la evolución del artista, poco conocida por la escasez de obras conservadas, fechadas y documentadas. Forma pareja con El Salvador (P2693), que también pertenece a las colecciones del Museo del Prado.
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