Ejemplo del perfecto ilustrado, interesado en las artes y en las ciencias, Jovellanos -que en 1798 era Ministro de Gracia y Justicia de un efímero gabinete reformador y avanzado- aparece sentado y acodado a una mesa llena de papeles, en un retrato íntimo y evocador, con una mirada serena, inteligente y algo melancólica. Sobrio y elegante en el vestir, sorprende la ausencia de condecoraciones, medallas y bandas honoríficas que tradicionalmente acompañaban las efigies de los hombres públicos.
Al fondo, Minerva, diosa de la sabiduría y de las artes, extiende hacia él su mano protectora y se apoya en un escudo con las armas del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, la obra más querida de Jovellanos.
En el papel doblado aparece la firma del pintor y la identificación del retratado.
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