Escultura de togado romano probablemente de origen andaluz y de época flavia (s. I d. C.), que se eleva sobre alto plinto de piedra. Esta tipología escultórica supuso una de las grandes aportaciones romanas a la escultura. Estos togados corresponden a personajes masculinos, cuyos cuerpos se esculpían en serie y se les incorporaba la cabeza a posteriori, con los rasgos faciales del retratado. Esta táctica de incorporar cabezas independientes de los retratados facilitaba el comercio con la metrópoli, democratizaba en alguna medida la obra de arte e introducía cierta especialización en el trabajo de los artistas. Este togado encuentra su paralelo más cercano en el togado de Mérida, donado al Museo Arquológico Nacional por el Marqués de Monsalud en 1930, considerado procedente de taller bético y época flavia.
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