Goya capta con una técnica magistral un sencillo momento de la vida cotidiana madrileña, que supone una de las más bellas y elaboradas escenas de toda su producción. Un puesto de loza valenciana que el comerciante expone a una pareja de damas, acompañadas de una anciana. Tras ellas dos caballeros de espaldas, observan como se aleja un coche en el que viaja una dama que mira al espectador.
La quietud de la representación de los cacharros contrasta con el movimiento del coche, que ha de desaparecer de la escena de inmediato. Goya se beneficia del dinamismo de la composición en diagonal, marcado por la posición de las figuras desde la del vendedor hasta el cochero.
Como los números P779 a P884 es un cartón para uno de los tapices del dormitorio de los Príncipes en el Palacio del Pardo.
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