Retrato del actor Isidoro Máiquez (1768-1820). Considerado uno de los grandes intérpretes del momento, estudió en París y fue protegido de los duques de Osuna.
La técnica empleada por Goya, de gruesas pinceladas y grandes cantidades de materia, anuncian las principales características de sus últimas obras. La composición, presentando la escena en un primerísimo plano, refuerza la resolución y el temple del actor.
Esta obra fue enviada por el Ministerio de la Gobernación al de Fomento por Real Orden del 15 de marzo de 1872, desde donde ingresó en las colecciones del Museo de la Trinidad en junio de ese mismo año.
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