Su modelo es el retrato de Felipe IV para el Salón de Reinos del palacio del Retiro, pintado por Velázquez (Museo del Prado). La principal diferencia entre ambos es la inclusión en éste de elementos alegóricos que aluden a la defensa de la fe católica, que no aparecen en el retrato de su padre. Se desconoce el uso final de esta pintura, aunque en ocasiones se ha supuesto que pudo ser el modelo para un cuadro de de gran formato que colgó en el Salón de los Espejos del Alcázar de Madrid, formando parte de una galería que abría con el retrato de Carlos V en Mühlberg, de Tiziano. Se conocen diversas versiones de esta pintura, siendo la que aquí se expone la única autógrafa.