Sobre un poyete o alacena se sitúa una cesta con albaricoques y ciruelas, con una calabaza a un lado y al otro un grupo de brevas.
La simetría de la composición, la iluminación tenebrista, la minuciosa ejecución y la segura captación del espacio enlazan con la tradición de bodegones sobrios y sencillos de Sánchez Cotán o Zurbarán, creadores de este tipo de obra y paradigma del género en España.
La humildad de los elementos representados es excepcional en la producción de Hamen, comparado con otros bodegones mucho más exuberantes.
Procedente posiblemente de algún monasterio desamortizado en 1835, estos humildes frutos podrían interpretarse como sugerencias o recuerdos de la huerta conventual para donde pudo ser pintado.
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