El análisis heráldico hizó que el presente capillo fuera atribuido al rey Enrique IV y datado, por tanto, hacia 1440. Sin embargo, varios elementos iconográficos, relacionados con la moda, hicieron suponer a Turmo, siguiendo a Bernis, que se trataba de una obra posterior, de hacia 1492-1494, como son el tipo de peinado en forma de media melena del príncipe retratado como donante y el tratamiento de los pliegues angulosos del manto de la Virgen de influencia flamenca, propios de los últimos diez años del siglo XV. Por ello, parece más logico suponer que el príncipe orante es don Juan, el heredero de los Reyes Católicos, nacido en 1478 y que contaría con 12 ó 14 años para 1492-1494, edad acorde con la del representado. Por otro lado, el uso del escudo con las ramas de granada se siguió utilizando en la época de los Reyes Católicos. El Príncipe don Juan recibió una educación humnística a cargo de Fray Diego de Deza y Pedro Mártir de Anglería. El año de 1495 se concertó su matrimonio con Margarita de Austria, celebrado por poderes en Malinas por don Francisco de Rojas, embajador de los Reyes Católicos. En abril de 1497 se ratificaba en Burgos, actuando en la ceremonia el arzobispo de Toledo y futuro cardenal Jiménez de Cisneros. Murió en octubre del mismo año en Salamanca, a los 19 años, siendo enterrado en Santo Tomás de Ávila, en un mágnífico sepulcro realizado por Fancelli. El taller de bordados del monasterio jerónimo de Guadalupe fue el de máximo esplendor a fines del siglo XV, con unas características bien definidas que podemos identificarlas en el capillo de la Colección Lázaro como el trabajo de "oro tendido" con un fondo de puntas de diamante, afín con los bordados de fines del siglo XV; el punto de matiz de las encarnaciones a hilos contados, está realizado mediante puntadas verticales excepto en los ojos y las bocas; el cabello de la Virgen es de falsa cadeneta, ondulante, enriquecido con puntadas de oro. Resulta original, como señala Turmo, el procedimiento con el que se ha imitado uno de los tejidos góticos labrados de la época en la túnica de la Virgen, tendiendo largas hebras de seda amarilla que se sujetan con cadenetas rojas para diseñar un motivo de meandros. El bordado se enmarca con retorchas góticas de oro, alternando el ajedrezado con las listas paralelas a base de mechas de seda que realzan el oro dotándole de un mayor volumen.