Una de las figuras más destacadas en la historia del Museo del Prado en la etapa de su apertura y primera instalación, fue el pintor italiano miniaturista Luis Eusebi, nacido en Roma y afincado en España, del que hay escasísimos ejemplos localizados, y que llegó a ser Pintor de Cámara aunque sin sueldo. Es por ello que la localización de un abanico, cuyo país está realizado por Eusebi, tiene la doble significación de ampliar el reducido número de obras del pintor con una obra firmada y en muy buen estado de conservación (algo deformado en el borde central del anverso), así como colaborar a poner en valor a quien realizó, durante diez años, tareas similares a las de un conservador, ocupándose de la recepción de obras, control de gastos, seguridad, así como de la redacción de inventarios y participación en la colocación de los cuadros, siendo el autor del primer catálogo de obras del Museo del Prado, en diversas ediciones de 1819 a 1824 según iba incrementándose la colección.

El anverso del país está realizado en vitela y pintado al agua. El reverso es liso con una doble línea roja en el borde, y en el centro las iniciales "IGS" enlazadas que, posiblemente, se refieran a las de la propietaria del abanico. El varillaje es de marfil calado y tallado con aplicaciones de laminillas de nácar en los padrones. Una cenefa en la parte superior con fondo azul salpicada de campanillas en las que se posan grullas(?) volando y otra inferior también de campanilla, cuyos finos tallos se enlazan, encierran una composición pintada al estilo pompeyano típico de la última década del siglo XIX. El tema desarrolla tres medallones pintados y firmados por Eusebi, en los que se representan escenas de carácter amoroso. El central y el izquierdo están inspirados en las Metamorfosis de Ovidio, Eros enamorando a Psiquis y Perseo montado sobre Pegaso con la cabeza de la Gorgona en su mano izquierda y la espada en la derecha para liberar a Andrómeda del monstruo marino. La escena de la derecha no pertenece a la mitología clásica sino al poema épico de Ariosto, Orlando Furioso, y representa el momento que Angélica escribe su nombre entrelazado con el de Medoro en un árbol. Las escenas están enmarcadas y separadas por estilizados grutescos en color azul y dorado. En la fuente del varillaje va tallada una escena de jardín con pórticos de órdenes clásicos y figuras ataviadas con ropaje romano que podría referirse a los amores famosos de Marco Antonio y Cleopatra. En los padrones hay una figura de mujer en la guarda derecha y un guerrero en la izquierda. El abanico responde a la moda que se impuso en el último cuarto del siglo XVIII en Francia para los ajuares de las novias quienes los distribuían entre sus damas de honor o se los regalaban, con decoración de escenas amatorias como en este caso. Además de su trabajó como miniaturista, siguió realizando países para abanicos y trabajó también para el Príncipe de la Paz y para la Condesa Duquesa de Benavente.